El alcohol es un tóxico depresor del sistema nervioso. Aunque usted no lo note, un sólo vaso de vino, cerveza, whisky, etc., disminuye su capacidad de conducción, ya que:

Debilita los sentidos, altera la percepción y disminuye la capacidad de atención.

Se alargan los tiempos de reacción, por lo que las respuestas y maniobras se hacen más lentas y torpes.

La visión se ve afectada, en especial, empeora la visión periférica (a los lados), se hace más lenta la adaptación a los cambios de luz (por ej. en caso de encandilamiento), y se perciben con dificultad los tonos rojos (tardan en reconocerse las luces rojas del semáforo, las luces de posición y las de freno).

Genera una falsa sensación de seguridad, con errores de juicio e interpretación, que predispone a excesos de velocidad y a todo tipo de violaciones a las normas de seguridad en el tránsito.

Tenga presente que:

Ni el café, ni otros estimulantes, anulan sus nocivos efectos, aunque así pareciera

Aunque sienta que está atento y trate de no cometer errores, Ud. y su familia corren alto riesgo, su cerebro está bajo los efectos del alcohol.

No es necesario estar ebrio, para sufrir los efectos del alcohol en la conducción. Por lo menos en uno de cada dos muertos en el tránsito en el mundo, está presente el alcohol.