Mucho se habla de la kinesiterapia como método de sanación, pero poco se conoce sobre cómo opera y de qué manera se puede acceder a él. Como definición, podemos hablar de un método curativo de algunas deformaciones de los huesos que se asienta en los movimientos activos o pasivos del cuerpo o una parte de éste.

Existen diversos tipos de kinesiterapia en función de lo que se quiera conseguir, sin embargo, los expertos hablan principalmente de dos grandes grupos: kinesiología preventiva y kinesiología curativa.

La kinesiterapia preventiva tiene como objetivo cuidar al paciente antes que padezca una enfermedad grave, y cuya existencia ya se prevé, a fin de evitar que se expanda aún más y poder ponerle atajo cuando se presentan los primeros síntomas. La idea es que ni siquiera surjan las primeras manifestaciones de la enfermedad manteniendo el organismo óptimo ante futuras nuevas lesiones.

La kinesiterapia curativa, en tanto, busca eliminar un problema o francamente reducirlo, lo mismo con los síntomas o dolores que pueda percibir el paciente. Hay especialistas dedicados a este tipo de labor tratando, por ejemplo, diferentes grados de paraplejias.

También hay otro tipo de kinesiterapia digna de mencionar. Se trata de la mecanoterapia, la cual emplea máquinas para la realización de movimientos específicos de la kinesiterapia. Ayuda a la creación de hueso, mejor nutrición muscular, eficiente secreción de líquido sinovial, con lo que se va disminuyendo la atrofia del cartílago, previniendo la posibilidad de padecer artrosis.

Kinesiterapia activa y pasiva

Se trata de otra forma de clasificar la kinesiterapia con el foco puesto en quien recibe el tratamiento. Por ejemplo, en la kinesiterapia activa es el mismo paciente quien se realiza los movimientos. Puede ser asistida, libre o resistida.

A su vez, en la kinesiterapia pasiva el paciente no hace nada y suele ser aplicada a nivel articular; con presiones, torsiones, flexiones y tracciones.